Los
investigadores han realizado pruebas en ratas para explicar por qué los
caramelos de chocolate pueden ser tan completamente irresistibles. El impulso
de comer dulces en exceso deja rastros en una parte inesperada del cerebro y
producción una sustancia natural que actúa como el opio, según un informe
publicado el 20 de septiembre en la revista Current Biology.
"Esto significa que el cerebro tiene más sistemas para que las personas quieran consumir en exceso de lo que se pensaba", dijo Alexandra DiFeliceantonio de la Universidad de Michigan. "Puede ser una de las razones por las que el consumo excesivo es un problema hoy en día."
El equipo de DiFeliceantonio
hizo el descubrimiento dando un impulso artificial con un fármaco administrado
directamente a una región del cerebro de las ratas de laboratorio llamada
neostriatum. Esos animales comieron más del doble del número de chocolates M
& M de lo que lo comían las ratas del grupo de control. Los investigadores
también encontraron que las producción de encefalinas, la droga natural que se
geenra en esa misma región del cerebro, se disparó cuando las ratas empezaron a
comer los trozos de chocolate recubiertos de caramelo.
No es que las encefalinas o
medicamentos similares hagan que a las ratas les guste más el chocolate, dicen
los investigadores, sino que las sustancias químicas del cerebro aumentan su
deseo y el impulso de comer.
Los resultados revelan un
sorprendente aumento de la función del neostriatum, como señala
DiFeliceantonio, región del cerebro que había sido principalmente vinculada al
movimiento. Y es posible que los resultados en las ratas pueden decirnos mucho
acerca de nuestra propia tendencia a atiborrarnos de dulces. "El área del cerebro
que investigamos aquí está activa cuando las personas obesas ven alimentos y
cuando los drogadictos ven escenas de drogas. Parece probable que nuestros
resultados con la encefalina en ratas significa que este neurotransmisor puede
llevar a algunas formas de consumo excesivo y adicción en las personas."
Los investigadores ahora
esperan desentrañar un fenómeno relacionado (que a algunos de nosotros nos
hubiera gustado controlar) y que ocurre en nuestro cerebro cuando pasamos por
nuestro restaurante favorito de comida rápida y sentimos el deseo repentino de parar.
Tomado
de: www.solociencia.com/biología
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